jueves, 25 de junio de 2015

Entrenar las emociones positivas

Al igual que las personas nos preparamos físicamente para practicar algún deporte, también debemos entrenarnos en el desarrollo de emociones positivas, que son tan relevantes para nuestra salud como la práctica de actividad física.
Una herramienta cada vez más en auge son los talleres de risoterapia, pero esa es una actividad puntual que no siempre está al alcance de todos... está bien asistir y disfrutar del momento, pero lo que realmente mejorará nuestra calidad de vida es entrenar las emociones positivas de toda la familia o de nuestros alumnos en nuestro día a día.
No se trata de hacer un taller de larga duración, sino de aprovechar pequeños momentos para centrarnos en experimentar y disfrutar de las sensaciones.
Yo suelo aprovechar algún rato en que sienta que hay un clima adecuado para reírse, en el que vea que los niños están receptivos, para proponerles o iniciar de forma espontánea algún juego con una dinámica clara e instrucciones sencillas.
Dependiendo del ambiente y el momento, podemos improvisar una guerra de almohadas o de globos de agua, algún baile divertido y desinhibido que nos haga reír a carcajadas, hacerse cosquillas... No se trata de un taller estructurado, sino de aprovechar pequeños momentos. Por ejemplo, hace unos días yo me estaba maquillando y mis hijos entraron en el baño. Les pareció gracioso ver cómo me pintaba los ojos... y yo tenía dos opciones: decirles que salieran de allí de inmediato y me dejaran terminar tranquila... o aprovechar la oportunidad que se me estaba brindado para ser un poco menos “correcta” y disfrutar... así que exageré mi maquillaje y les pinté también a ellos... las risas debieron escucharlas todos los vecinos!!! Sí, es cierto que luego tuve que desmaquillarnos a todos, volver a maquillarme yo en un visto y no visto y salir de casa con la hora encima, pero estoy segura de que el día empezó de forma positiva y que esas emociones felices que disfrutamos nos hicieron vivir mejor el día.
Si el juego elegido resulta molesto para alguien o percibimos que no funciona, lo mejor es cambiarlo rápidamente o simplemente finalizar la actividad y esperar a que se dé otra situación más propicia.
Al terminar nuestro ejercicio, es importante hacer una pausa que nos sirva como relajación para continuar con la vida cotidiana en casa o en el aula.
Los momentos de risa y felicidad compartida, aunque interrumpan otra actividad, nunca son tiempo perdido sino tiempo invertido en salud y calidad de vida.
emociones positivas, blog educación, familia

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